Armando de la Huerta y Espinoza, Ingeniero y artista. Autorretrato, Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.
Armando de la Huerta y Espinoza fue un reconocido explorador y artista español, famoso por sus pinturas al óleo de las personas que compartieron con él la exploración y colonización del continente americano.
En 1494, a la edad de 27 años, llegó a ese continente junto a sus compañeros de viaje, dirigiéndose al sur de las Américas. Después de cerca de 3 años, desapareció en la selva del Amazonas junto a sus compañeros, dejando atrás su diario y obra, además de un misterio que ha perseguido la imaginación de todo aquel que conoce su historia. A pesar de su desaparición, muchas de sus pinturas sobreviven a día de hoy, dejando tras de sí la evidencia de su viaje hacia lo desconocido.
Sus cuadros fueron descubiertos posteriormente junto a su diario por otros exploradores y misioneros que se aventuraron en la misma región, quienes, después de encontrar su obra pictórica y biográfica, las llevaron consigo para preservarlas.
Nota de autor: El texto que se presenta a continuación ha sido adaptado al español actual para facilitar su comprensión a los lectores modernos. El original, escrito en el siglo XIV, presenta un fuerte acento medieval, con características que pueden dificultar la comprensión para quienes no están familiarizados con esta época. Se han intentado mantener los significados y el estilo original del texto, pero se ha hecho un esfuerzo por adaptarlo a un lenguaje más accesible para los lectores actuales. Agradecemos su comprensión.
Benito Espadabrava, Capitan y lider de expedición. Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.

Día 65: 9 de abril de 1494
En este día de la Santa Pascua de Resurrección, hemos llegado a las costas del Nuevo Mundo, tras meses de travesía. Me siento tanto emocionado como temeroso ante lo desconocido; mas como explorador, estoy ansioso por descubrir las maravillas que nos aguardan junto a mis hermanos de aventura.
Nuestro valeroso líder de expedición, el capitán Espadabrava, un veterano de la segunda brigada de infantería del ejército del León Templario, es un hombre valiente, astuto y leal, y se ha preocupado profundamente por su tripulación. Él nos ha guiado con sabiduría y ha mantenido el ánimo elevado durante las dificultades que hemos enfrentado. Gracias a su talento, hemos tocado tierra en este nuevo mundo.
Aun así, he de confesar que estos nuevos horizontes me causan cierto desasosiego, ya que ignoramos las maravillas que este nuevo mundo nos depara. Rezo fervientemente a Dios nuestro señor para que nos guíe en este camino y nos otorgue la fortaleza para afrontar cualquier adversidad.
Luis Rojo de Castilla, Comandante del 3.er regimiento de infanteria de las Americas, Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.
Día 92: 11 de mayo de 1494
Después de un mes de haber llegado a las Américas, el Capitán ha tenido reuniones privadas con los mandos presentes en la costa. Las cosas no pintan bien, el Capitán se niega a informar al grupo lo que sucede. No sé qué está pasando, pero siento una tensión creciente en el aire.
Sin embargo este mes en tierra ha sido importante para estrechar la hermandad entre nuestro grupo. Hemos explorado la costa y un poco más adentro y descubierto cosas nuevas sin ir más allá de los límites permitidos por el comando.
Lastimosamente, la falta de transparencia del Capitán nos preocupa a todos. No sabemos si hay algún problema con la corona española o si hay peligros desconocidos que enfrentar.
¡Ay, Dios mío! Esto me causa gran preocupación, pues nuestro grupo no puede estar preparado si no sabemos a qué peligros nos enfrentamos. Rezo para que el Capitán se aclare y nos informe pronto, para que juntos podamos seguir adelante en esta nueva tierra que el Señor nos ha brindado.

Afortunadamente he encontrado un pequeño respiro en mi pasión por la pintura. En cuanto se presenta la oportunidad, saco mi cuaderno y pinto a mis compañeros y a los personajes pintorescos que encontramos en esta tierra salvaje. Es lo único que me mantiene de buen humor en medio de tantas adversidades.
Juan de Jesus de LaPalma, veterano de la tercera guerra de sucesión y lider de polotón,  Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.
Día 101: 20 de mayo de 1494
La costa está repleta de soldados fuertemente armados con fusiles y armas de alto calibre protegiendo el campamento, a pesar de que no hay enemigos evidentes. Me han dicho que han estado así desde que llegaron al nuevo mundo.
Es una escena extraña, ya que no hay señales de peligro inmediato. Sin embargo, los soldados se mantienen nerviosos y nunca sueltan sus armas, como si esperaran que algo pudiera suceder en cualquier momento.
Le pregunté al Capitán sobre esto, pero él solo me dijo que son medidas de precaución estándar para proteger a la tripulación y al campamento. Sin embargo, siento que esa no es toda la historia.
Mi corazón está lleno de incertidumbre, pues los rumores sobre los peligros que acechan en esta tierra desconocida son cada vez más intensos.
Espero que el Capitán revele pronto la verdad detrás de la situación de seguridad en el campamento. Como siempre, rezo para que la sabiduría divina guíe nuestros pasos en esta tierra extraña y peligrosa.
Carroñero sin nombre,  Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.
Día 117: 6 de junio de 1494
Es curioso cómo la pintura puede cambiar mi perspectiva de las cosas. Una vez que pongo mi atención en los detalles de lo que pinto, todo lo demás parece desvanecerse. La costa y sus mareas se vuelven menos monótonas, y me concentro solo en el momento presente. Es como si la pintura fuera una especie de portal a otra dimensión, donde puedo encontrar la paz y la claridad que necesito para calmar las ganas de explorar más allá de lo permitido.
Hemos estado aguardando durante varios meses para comenzar nuestra exploración, pero seguimos varados en la costa, esperando las órdenes del capitán. Lo encuentro sumido en pensamientos, con la lengua hecha un nudo. Es obvio que oculta algo, pero para no asustarnos, prefiere callar y seguir meditando sobre qué debemos hacer. La falta de transparencia del alto mando presente es preocupante.
Por fortuna, hemos hablado con otros exploradores que han llegado cargados de tesoros y pertenencias ajenas. Me sorprende ver que algunos de ellos han modificado los motores de máquinas para flotar brevemente en el aire y así moverse más rápido. Aseguran que no están robando, sino recolectando los bienes abandonados por los exploradores que se perdieron en la región. Los altos mandos no parecen tener problemas con su comportamiento. Sin embargo, me preocupa la posibilidad casi imposible de que la gente haya desaparecido y que solo ellos hayan sobrevivido para contar la historia.
No estoy seguro si debo creerles o no, pero nuestra misión es explorar y descubrir, no saquear y robar. Espero que estos individuos se decidan a actuar con integridad y no dañen la reputación de los exploradores de la sagrada corona de Nueva España.
Carroñero sin nombre.Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.
Amado de Marias y Adrianas. Jefe del laboratorio de bacteriología y comandante del campamento. Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.
Día 122: 8 de julio de 1494 
Han sido ya semanas largas sin escribir en este diario. Tras tres meses de estancamiento en la costa, nuestro capitán decidió que la mejor opción era adentrarnos hacia el sur del continente, guiados de la mano de Dios, para iniciar la exploración. Fue un viaje difícil y peligroso, pero finalmente, después de dos meses de recorrido, hemos dado con un campamento de sabios de diferentes ciencias que llevan más de un año descifrando los secretos del Nuevo Mundo. Fue una sorpresa grata encontrar a estos eruditos, ya que han avanzado mucho en el entendimiento de las especies de plantas y animales, la alquimia cuántica, la energía focalizada y la astronomía gravitacional; así como en la identificación y clasificación de recursos valiosos en estas tierras. Nos han recibido con los brazos abiertos y estamos emocionados de poder trabajar con ellos para investigar y aprender más sobre este Nuevo Mundo. Los sabios han ofrecido compartir sus conocimientos y recursos con nosotros, lo cual es un gran gesto de amistad.
Miguel del Risco y Maria, Ingeniero de explosivos y pirotecnia.Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1494.
Día 221: 16 de octubre de 1494
La situación en el campamento ha cambiado en gran medida y hemos perdido a nuestro líder. No sé qué ha sucedido, pero los sabios que antes nos iluminaban con su conocimiento, ahora parecen haber perdido el juicio; su personalidad es bipolar. Sus palabras son confusas y su lenguaje es críptico, es difícil entender lo que dicen.
La situación es preocupante, ya que no sabemos cómo afectará la locura a su trabajo y a nuestra colaboración. Además, nuestro capitán parece haber caído en el mismo remolino de incertidumbre. Hace cuatro días se encerró en su habitación y ahora que hemos ido a buscarlo, ¡no está! Es como si la tierra se lo hubiera tragado. Todas sus pertenencias están en su cuarto, esto no tiene sentido.
Por esto hemos decidido continuar con la exploración sin él, ya que su condición mental puede poner en peligro nuestra misión y organizar una misión en su búsqueda va en contra de las reglas de la expedición. He recibido con honor la distinción de líder de grupo y pase lo que pase, no voy a defraudar esta distinción.
Hemos tomado todas las precauciones necesarias para asegurarnos de que estamos preparados para cualquier situación que pueda surgir. El capitán era como un padre para todos, nos sentimos de luto a pesar de que no ha habido entierro. Espero que, por alguna razón ajena a nuestro entendimiento, decidiera retornar a la costa sin nosotros debido a su estado mental. Espero que esté sano y que Dios lo esté acompañando.
En estos días oscuros y llenos de peligros, solo la pintura me mantiene cuerdo y centrado en este viaje. Cuando me siento abrumado por la selva y por mi nuevo rol, cuando la oscuridad se apodera de mi ánimo y no sé qué orden dictar, saco mis oleos y pinceles y pinto lo que me rodea, incluidos mis recuerdos.
¡Que Dios nos ayude en esta difícil situación!
Desconocido en armadura.Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1495.
Dìa 443: 4 de mayo de 1495
Después de medio año de exploración y los duros golpes recibidos por la desaparición de tres de nuestros hermanos, ¡hoy hemos tenido fortuna! Nuestro equipo ha encontrado todo tipo de cosas regadas por el suelo: armas, equipos valiosos, provisiones y metales preciosos. Pero nada se compara con lo que hemos encontrado hoy.
Hemos hecho contacto a la distancia con un grupo de exploradores que portaban armaduras de pies a cabeza. Hemos intentado tener contacto con ellos, pero como si tuviéramos la lepra, no nos han permitido acercarnos.
Finalmente, y a pesar de la distancia, la premura y el olor a estiércol y pestilencia humana que los soldados expelían, hemos intercambiado algunas palabras. Los soldados nos han advertido de que no encontraríamos a más hombres si elegíamos seguir avanzando hacia la espesura de la selva. Nos han dicho que hay una enfermedad en lo profundo y que debíamos cubrirnos todo el cuerpo si no queríamos desaparecer como los muchos exploradores que no habían contado con la protección del Señor Padre Todopoderoso.
No sabemos si este pelotón está afligido también por la locura, no sabemos si tomarlos en serio, pero lo que es claro es que ya no hay vuelta atrás para los pocos que quedamos en nuestro grupo. La gloria premia a los que luchan por ella.
Que sea lo que Dios quiera.
Monja montando caballo.Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1495.
Dìa 785: 11 de septiembre de 1495
Hoy hemos tenido un extraño encuentro. Hemos avistado a lo lejos un grupo de hombres a caballo. A mi mente vinieron inmediatamente las palabras de los soldados que encontramos meses atrás. Se habian equivocado, si había más hombres en lo profundo de esta penitencia; pero al acercarnos, hemos descubierto que eran monjas, mujeres santas que habían sido enviadas al Nuevo Mundo con fines desconocidos.
Recuerdo de malas lenguas haber escuchado que estas mujeres tenían prohibido poner un pie en el suelo que habían pisado los hombres, por lo que siempre debían mantenerse sobre corceles. Nunca supe si era porque tocar esta tierra era pecado o porque la tierra era santa. Sin embargo, ahora no quedaba duda de que se debía a la primera opción.
Y allí estaban, montadas en sus bestias con la mirada fija en el horizonte. Y es que a pesar de que nuestros corazones se llenaron de esperanza al verlas, este sentimiento se desvaneció rápidamente cuando vimos su estado. Era como si hubieran olvidado seguir la luz que las guiaba y ahora caminaban como fantasmas por la selva en dirección a la costa de donde salimos hace dos años.
Seguiremos avanzando con cautela, pues en estas tierras desconocidas, ya todo es posible.
Robot de carga.Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1496.
Dìa 785: 11 de abril de 1496
Hoy hemos encontrado algo que podría darnos la clave para entender lo que acontece en esta tierra oculta por Dios. Nos hemos topado con todo tipo de robots, pero más importante, con autómatas, ¡sí, autómatas! De variado tipo y tamaño, que han venido a nuestro encuentro en busca de órdenes. Esto es en principio muy malas noticias, pues esta situación solo es posible si aquellos que los programaron ya no están presentes, lo que indica que ya no hay nadie más adelante. Pues al borrarse la huella biológica sobre la programación de los autómatas, estos se reinician en busca de alguien que les pueda dar propósito.
Dicha sea la verdad, nos ha sonreído la suerte. Los autómatas poseen una cosa que no se les borra, y esa es su data. Con la ayuda del Altísimo, podremos recobrar suficiente información de estas máquinas para dar sentido a lo que les sucedió a sus dueños. Hemos levantado campamento y estoy dispuesto a trabajar en estas máquinas por todo el tiempo que haga falta para convertir su data en memorias que puedan darnos respuestas. Es hora de dar propósito a mis estudios de ingeniería.
En los descansos, después de que la reprogramación de los autómatas me agobia, sigo encontrando mi refugio en la pintura. Ahora con un propósito más urgente: aprovechar mi talento para darle forma a todas las cosas que he visto y a las otras que me puedan mostrar los autómatas. He de pintar a todos los hermanos que han fallecido y los he de guardar conmigo. Sus rostros y su memoria no serán olvidados.
Autómata.Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1496.
La luz de Dios.Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1496.
Dìa 895: 30 de julio de 1496
Después de meses en el campamento y tras haber perdido a otros dos de nuestros hermanos, hallamos las respuestas que buscábamos, aunque debo decir que no sé si hubiera sido mejor seguir en la ignorancia de lo que acontece en estas tierras.
Las revelaciones son claras. Hay algo aquí, algo que solo puedo describir como Dios mismo. Una luz se ha tragado a todos aquellos que padecen los síntomas que presenciábamos en las personas enfermas antes de su desaparición. La luz se les presenta dibujándose primero en sus armas para después llevárselos al cielo mismo en un pestañear. No puede ser otra cosa que la furia o voluntad divina de nuestro Dios, pues Él y su juicio son quienes habitan sobre nuestras cabezas.
Los autómatas que encontramos nos han revelado que los exploradores desaparecidos trataron de encontrar refugio y escape en las costas del nuevo mundo que bañan el Océano Pacífico. Pero allí tuvieron su último encuentro con la luz que los raptó. Todo esto nos hace pensar que no hay escapatoria, que el destino está escrito y que, tarde o temprano, caeremos bajo el juicio de Dios.
Tres de mis compañeros se han revestido con cada pieza de armadura pesada que encontraron para que la luz no pueda arrastrarlos y, después de despedirnos, se fueron de vuelta a la costa de la que partimos. Otros ya manifiestan señales de locura y yo, yo no sé qué decisión tomar ante lo inevitable. Llevo dos años cumpliendo mi compromiso de líder y ahora que me espera la decisión más importante, mi destino, no sé qué hacer conmigo.
Que Dios tenga piedad de nosotros.
Armando de la Huerta y Espinoza, Ingeniero y artista. Autorretrato, Oleo sobre lienzo (34x42cm), circa 1496.
Dìa 931: 4 de septiembre de 1496
​​​​​​​
Hoy escribo por última vez, pues la locura me envuelve y siento que mi cuerpo no puede soportar más el peso de esta existencia, mi barba ha envejecido y mi cuerpo no responde ya a mi voluntad.
En estos tres años de penitencia en la selva, he visto maravillas y horrores, y he perdido a mis hermanos de fe. He despojado mi cuerpo de casi todas las prendas, llevando solo lo esencial para mi último viaje. Creo que pronto seré recompensado con la luz y volveré a estar junto a aquellos que fueron llevados. Doy gracias a Dios por todas las bendiciones que he recibido en mi vida y por su infinita sabiduría.


Si alguien llegara a encontrar este diario, que sepa que ha sido escrito por la angustia de un soñador que habita una pesadilla. Que el juicio de Dios sea tan rapido como la luz que me arrastra.
Historia realizada con la asistencia de Inteligencia Artificial, tanto en texto como en imagen.
Arriba